Fundación Naturgy / V3.2 / Módulo profesional de Sostenibilidad aplicada al sistema productivo

Vol. 3.2 Módulo profesional de Sostenibilidad aplicada al sistema productivo Contenidos avanzados I 125 Impacto de la COVID-19 en la desigualdad La COVID-19 ha intensificado las desigualdades existentes y ha impactado en mayor medida a las comunidades más vulnerables. La ONU destaca que la pandemia provocó un incremento del número de personas que viven en la pobreza extrema, por primera vez en una generación. Los avances en áreas importantes, como la vacunación infantil y la igualdad de ingresos entre países, se han revertido, lo que no había ocurrido en los últimos treinta años. Si se mantiene la tendencia actual, se prevé que en 2030, 575 millones de personas seguirán viviendo en la pobreza extrema, y 84 millones de niños no podrán ir a la escuela. Se calcula que harán falta casi 300 años para eliminar leyes discriminatorias, acabar con el matrimonio infantil y cerrar las brechas de género en la protección jurídica. En 2020, la crisis de la COVID-19 provocó el retroceso más significativo en la reducción de la pobreza mundial en décadas, ya que 71 millones de personas más cayeron en la pobreza extrema ese año en comparación con 2019. En el frente económico, la pandemia de la COVID-19 aumentó significativamente el desempleo mundial y recortó drásticamente los ingresos de los trabajadores. La COVID-19 también puso en riesgo los avances que se han conseguido en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres durante las últimas décadas. Prácticamente en todos los ámbitos, desde la salud hasta la economía, desde la seguridad hasta la protección social, los efectos de la COVID-19 han agravado la situación de las mujeres y los niños en muchos países del mundo, así como de otros colectivos vulnerables como los refugiados y los migrantes, los pueblos indígenas, los ancianos y las personas con discapacidad. 5.1.2 Desigualdad de género Las desigualdades a las que se enfrentan las niñas pueden empezar en el momento de su nacimiento y perseguirlas durante toda su vida. En algunos países, las niñas se ven privadas de acceso a asistencia sanitaria o a una nutrición adecuada, lo que conlleva una mayor tasa de mortalidad. A medida que las niñas entran en la adolescencia, las disparidades entre los géneros se incrementan. El matrimonio infantil afecta a las niñas mucho más que a los niños. A nivel mundial, casi 15 millones de niñas menores de 18 años contraen matrimonio cada año, esto es, unas 37.000 al día. Casarse jóvenes también afecta a la educación de las niñas. Aproximadamente un tercio de los países en desarrollo no ha logrado la paridad entre géneros en la enseñanza primaria. Las niñas de África Subsahariana, Oceanía y Asia Occidental siguen teniendo dificultades para matricularse tanto en la escuela primaria como en la escuela secundaria. Las desventajas en materia de educación se traducen en falta de capacitación y, por tanto, de oportunidades para acceder al mercado de trabajo. El empoderamiento de las mujeres y las niñas es fundamental para impulsar el crecimiento económico y promover el desarrollo social y es un desaf ío global presente en todos los países del mundo en diferentes gradientes. La plena participación de las mujeres en la fuerza de trabajo añadiría puntos porcentuales a la mayoría de las tasas de crecimiento nacional, que serían, en muchos casos, de dos dígitos. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que las mujeres cobran un 20%menos que los hombres en todo el mundo. La brecha salarial entre hombres y mujeres se ha reducido en algunos países, mientras que en otros apenas se han producido cambios. Según Eurostat, son 47 los días que las mujeres de la Unión Europea (UE) trabajan gratis al año con respecto a los hombres. Asimismo, la desigualdad también se traduce en violencia contra las mujeres. Según datos de Naciones Unidas el 30% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia f ísica y/o sexual a manos de sus parejas o a manos de otras personas. Más de 230 millones de mujeres y niñas vivas en la actualidad han sufrido mutilación genital femenina (MGF) en los 30 países de África, el Oriente Medio y Asia en los que se utiliza esta práctica, con un alto riesgo de hemorragia, infección prolongada (incluido el VIH), complicaciones en el parto, infertilidad y muerte. Se estima que más de 3 millones de niñas corren el riesgo de ser sometidas a la MGF cada año.

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