Fundación Naturgy / V3.1 / Módulo profesional de Sostenibilidad aplicada al sistema productivo
I 167 Vol. 3.1 Módulo profesional de Sostenibilidad aplicada al sistema productivo Casarse jóvenes también afecta a la educación de las niñas. Aproximadamente un tercio de los países en desarrollo no ha logrado la paridad entre géneros en la enseñanza primaria. Las niñas de África Subsahariana, Oceanía y Asia Occidental siguen teniendo dificultades para matricularse tanto en la escuela primaria como en la escuela secundaria. Las desventajas en materia de educación se traducen en falta de capacitación y, por tanto, de oportunidades para acceder al mercado de trabajo. El empoderamiento de las mujeres y las niñas es fundamental para impulsar el crecimiento económico y promover el desarrollo social, es un desaf ío global presente en todos los países del mundo en diferentes gradientes. La plena participación de las mujeres en la fuerza de trabajo añadiría puntos porcentuales a la mayoría de las tasas de crecimiento nacional, que serían, en muchos casos, de dos dígitos. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que las mujeres cobran un 20% menos que los hombres en todo el mundo. La brecha salarial entre hombres y mujeres se ha reducido en algunos países, mientras que en otros apenas se han producido cambios. Según Eurostat, son 47 los días que las mujeres de la Unión Europea (UE) trabajan gratis al año con respecto a los hombres. Asimismo, la desigualdad también se traduce en violencia contra las mujeres. Según datos de Naciones Unidas el 30% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia f ísica y/o sexual a manos de sus parejas o a manos de otras personas. Más de 230 millones de mujeres y niñas vivas en la actualidad han sufrido mutilación genital femenina (MGF) en los 30 países de África, el Oriente Medio y Asia en los que se utiliza esta práctica, con un alto riesgo de hemorragia, infección prolongada (incluido el VIH), complicaciones en el parto, infertilidad y muerte. Se estima que más de 3 millones de niñas corren el riesgo de ser sometidas a la MGF cada año. Promover la igualdad de género es esencial en todos los ámbitos de una sociedad sana: desde la reducción de la pobreza hasta la promoción de la salud, la educación, la protección y el bienestar de las niñas y los niños. Desigualdad social: discapacidad Como señala el Informe mundial sobre la Discapacidad de la OMS y el Banco Mundial, la discapacidad forma parte de la condición humana pues casi todas las personas sufrirán algún tipo de discapacidad transitoria o permanente en algún momento de su vida, ya sea por cuestiones accidentales como por el envejecimiento. La OMS calcula que 1300 millones de personas, es decir, el 16% de la población mundial, viven con algún tipo de discapacidad reconocida y las cifras van al alza, debido al progresivo envejecimiento de la población y al incremento global de los problemas crónicos de salud asociados a la discapacidad como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y los trastornos mentales. Todas las personas con discapacidad tienen los mismos derechos que el resto de personas y deberían contar con autoridades que defendieran el cumplimiento de los mismos en cada esfera vital. Sin embargo, es una realidad que a menudo las personas con discapacidad tienen más probabilidades de sufrir efectos socioeconómicos adversos, como menos educación, peores resultados de salud, niveles más bajos de empleo y mayores tasas de pobreza. Las barreras que enfrentan diariamente las personas con discapacidad, a menudo invisibles para el resto, y los obstáculos a su inclusión social y económica son: la inaccesibilidad de los entornos físicos y el transporte, la falta de disponibilidad de dispositivos y tecnologías de apoyo, medios de comunicación no adaptados, las deficiencias en la prestación de servicios y los prejuicios y estigmas sociales discriminatorios. Estos obstáculos se hacen aún más críticos ante situaciones como lo fue la emergencia sanitaria del COVID-19. El Informe sobre Diversidad Mundial de la OMS recoge aspectos que se volvieron críticos para estas personas durante las etapas más graves de la pandemia: • Acceso a información sanitaria: las personas con discapacidad también pueden correr mayor riesgo de contraer enfermedades de las que no se disponga información accesible. Durante la pandemia del COVID-19 la información sobre la enfermedad, incluidos los síntomas y las maneras de prevención, no se proporcionó
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