Fundación Naturgy / V3.1 / Módulo profesional de Sostenibilidad aplicada al sistema productivo
166 I Las desigualdades contribuyen a la muerte de, como mínimo, una persona cada cuatro segundos. Entre las causas encontramos un modelo económico que no prioriza la protección de los derechos humanos y la igualdad por encima de los beneficios económicos. Según el Informe para los gobernadores: evolución del Grupo Banco Mundial publicado en marzo de 2023, desde 2020, el mundo ha sido testigo de reducciones en el crecimiento, aumentos de la pobreza y retrocesos en el desarrollo humano que tanto costó conseguir. Las múltiples crisis superpuestas socavaron los avances de desarrollo anteriores a 2020, y esto ha dado lugar a un aumento de la pobreza y la vulnerabilidad, una intensificación de los riesgos y una multiplicación de las necesidades, hechos que se ven agravados por los distintos conflictos. En 2020, y por primera vez en décadas, el número de personas en situación de pobreza extrema aumentó en un 11 %, hasta alcanzar los 719 millones en todo el mundo. En la actualidad, más de 3.000 millones de personas aún viven con menos de 6,85 USD al día. En total, 349 millones de personas de 79 países sufren inseguridad alimentaria aguda (Programa Mundial de Alimentos, 2022). Según datos de Naciones Unidas, más de 700 millones de personas, o el 10% de la población mundial, aún vive en situación de extrema pobreza (2,15 USD al día) a día de hoy, con dificultades para satisfacer las necesidades más básicas, como la salud, la educación o el acceso a agua y saneamiento. La mayoría de las personas que viven con menos de 1,90 dólares al día viven en el África subsahariana. En todo el mundo, los índices de pobreza en las áreas rurales son del 17,2%; más del triple de los mismos índices para las áreas urbanas. Para los que trabajan, su puesto de trabajo no les garantiza una vida digna. De hecho, el 8% de los trabajadores de todo el mundo, y sus familias, vivían en situación de extrema pobreza en 2018. Impacto de la COVID-19 en la desigualdad La COVID-19 ha intensificado las desigualdades existentes y ha impactado en mayor medida a las comunidades más vulnerables. Al mismo tiempo, las desigualdades sociales, políticas y económicas han amplificado los efectos de la pandemia. La ONU destaca que la pandemia provocó un incremento del número de personas que viven en la pobreza extrema, por primera vez en una generación. Los avances en áreas importantes, como la vacunación infantil y la igualdad de ingresos entre países, se han revertido, lo que no había ocurrido en los últimos treinta años. Si se mantiene la tendencia actual, se prevé que en 2030, 575 millones de personas seguirán viviendo en la pobreza extrema, y 84 millones de niños no podrán ir a la escuela. Se calcula que harán falta casi 300 años para eliminar leyes discriminatorias, acabar con el matrimonio infantil y cerrar las brechas de género en la protección jurídica. En 2020, la crisis de la COVID-19 provocó el retroceso más significativo en la reducción de la pobreza mundial en décadas, ya que 71 millones de personas más cayeron en la pobreza extrema ese año en comparación con 2019. En el frente económico, la pandemia de la COVID-19 aumentó significativamente el desempleo mundial y recortó drásticamente los ingresos de los trabajadores. La COVID-19 también puso en riesgo los avances que se han conseguido en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres durante las últimas décadas. Prácticamente en todos los ámbitos, desde la salud hasta la economía, desde la seguridad hasta la protección social, los efectos de la COVID-19 han agravado la situación de las mujeres y los niños en muchos países del mundo, así como de otros colectivos vulnerables como los refugiados y los migrantes, los pueblos indígenas, los ancianos y las personas con discapacidad. Desigualdad de género Las desigualdades a las que se enfrentan las niñas pueden empezar en el momento de su nacimiento y perseguirlas durante toda su vida. En algunos países, las niñas se ven privadas de acceso a asistencia sanitaria o a una nutrición adecuada, lo que conlleva una mayor tasa de mortalidad. A medida que las niñas entran en la adolescencia, las disparidades entre los géneros se incrementan. El matrimonio infantil afecta a las niñas mucho más que a los niños. A nivel mundial, casi 15 millones de niñas menores de 18 años contraen matrimonio cada año, esto es, unas 37.000 al día.
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