Fundación Naturgy / V3.1 / Módulo profesional de Sostenibilidad aplicada al sistema productivo
I 153 Vol. 3.1 Módulo profesional de Sostenibilidad aplicada al sistema productivo Los desafíos de la Agenda 2030 en la urbanización Según cifras del Banco Mundial (2023), alrededor del 56% de la población mundial, 4.400 millones de habitantes, vive en ciudades. Se cree que esta tendencia se duplicará para 2050, donde casi 7 de cada 10 personas vivirán en ciudades. Las ciudades y las áreas metropolitanas son centros neurálgicos del crecimiento económico, ya que contribuyen al 80% aproximadamente del PIB mundial. Sin embargo, plantean grandes desafíos a nivel social, económico y ambiental. Según cifras de Naciones Unidas, a pesar de que las ciudades del mundo ocupan solo el 3% de la tierra, representan entre el 60% y el 80% del consumo de energía (ODS 7) y el 75% de las emisiones de carbono (ODS 13). El rápido crecimiento de las ciudades en poco tiempo requiere satisfacer la creciente demanda de viviendas asequibles, de sistemas de transporte bien conectados y de otros tipos de infraestructuras y servicios básicos, así como de empleo, en particular para los casi 1.000 millones de personas en el umbral de pobreza que viven en asentamientos urbanos informales para estar cerca de las oportunidades. Asimismo, los conflictos van en aumento, lo que lleva a vivir en zonas urbanas al 60% de las personas desplazadas por la fuerza. Entre otros grandes desafíos se encuentran las aguas residuales o la expansión del consumo de suelo urbano. Esta expansión ejerce presión sobre la tierra y los recursos naturales con diversos impactos potenciales negativos a nivel ambiental y social. Entre estos impactos negativos se añade la escasez de alimentos en la población más vulnerable, cuando también confluye la variable de la pobreza en las ciudades. Según el organismo de las Naciones Unidas para los alimentos (FAO), el hambre y las muertes podrían aumentar de manera significativa en las zonas urbanas que no cuentan con medidas para garantizar que los residentes pobres y vulnerables tengan acceso a alimentos. Aproximadamente 1100 millones de personas viven actualmente en barrios marginales, o en condiciones similares en las ciudades, y se espera que en los próximos 30 años haya 2000 millones más. Esta desigualdad provoca una mala gestión de las infraestructuras, servicios inadecuados y sobrecargados con su consecuente impacto ambiental. Una situación que expone a esta población a una mayor vulnerabilidad en términos de salud pública o ante desastres climáticos. Unos 680 millones de personas (el 10% en el 2010) viven en zonas costeras bajas - esta cifra llegará a los 1.000 millones en el año 2100- lo que les hace más vulnerables a las marejadas ciclónicas y al aumento del nivel del mar. Además, el 90% de la expansión urbana de los países en desarrollo se registra en áreas próximas a zonas de riesgo y se traduce en asentamientos informales y no planificados. En términos de salud pública, es destacable el enorme impacto de la contaminación del aire en las ciudades. Casi toda la población mundial (99%) respira un aire que supera los límites de calidad recomendados por la OMS y pone en peligro su salud. La contaminación atmosférica ya causa más de 6,7 millones de muertes prematuras al año y aumenta considerablemente el riesgo de accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas y pulmonares, cáncer y otras dolencias. Asimismo, las ciudades también están en la primera línea de la lucha contra las epidemias. La pandemia de la COVID‑19 ha puesto a prueba no solo a la salud pública, sino también a la economía y al tejido social. Las medidas adoptadas para controlar la propagación del virus tienen repercusiones de gran importancia en las ciudades en función de su estructura económica, de su grado de preparación para una crisis de este tipo y del nivel de vulnerabilidad de la salud y los medios de subsistencia de su población. Construir ciudades que “funcionen”, que sean inclusivas, saludables, resilientes y sostenibles, requiere de una coordinación normativa intensiva y oportunidades de inversión. Los gobiernos nacionales y locales desempeñan un rol importante: deben actuar ahora, para configurar el desarrollo futuro de las ciudades sobre los pilares de los ODS para asegurar que sean inclusivas (ODS 10), saludables (ODS 3) y sostenibles (ODS 11).
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