El empleo de las mujeres en la transición energética justa en España / Vol.1
42 Capítulo 4. Conclusiones y propuestas de futuro Las distintas aproximaciones a la situación y posición de las mujeres en el sector de la transición energética realizadas en este proyecto han evidenciado que las brechas de género en las actividades económicas que deben protagonizar este proceso son múltiples y profundas. La brecha principal, que determina todo el escenario, es la brecha de participación. Como se ha visto a lo largo del informe, esta brecha es profunda (las mujeres solo representan el 18,1% del empleo en estas actividades) y persistente, ya que apenas ha habido progresos en la última década. Al ritmo de avance registrado en los diez últimos años, la paridad de género en el empleo de la transición energética tardaría 265 años en alcanzarse. Pero también superada esta barrera de acceso, en el empleo, se observan múltiples brechas de género como la fuerte segregación ocupacional, la sobre cualificación, la parcialidad en el empleo y la brecha salarial, que afecta sobre todo a los puestos de mayor cualificación. Sin embargo, como este proyecto pone de manifiesto, la brecha de participación en el empleo es la continuidad de otra brecha que la precede: la brecha de participación en la formación superior específica, la que da acceso a los puestos de carácter más técnicos, de alta y media cualificación, en el sector. El análisis cualitativo -la voz de las más de 50 mujeres que han participado en el mismo desde puestos y posiciones dispares en las empresas, organismos de investigación y en el sistema formativo- pone de manifiesto que ambas brechas de participación, la del empleo y la de la formación, comparten muchas características, factores explicativos y factores transformadores que pueden ayudar a derribar las importantes barreras que las mujeres encuentran en ambos ámbitos. La falta de referentes y los estereotipos de género, aún muy presentes en la sociedad, las familias y los espacios de formación y empleo, afectan decisivamente a las decisiones e intereses iniciales de niñas y jóvenes en términos vocacionales y acompañan a las mujeres a lo largo de sus itinerarios formativos y laborales. Las actitudes y comportamientos machistas, aunque en menor medida, siguen habitando los espacios de la formación y del empleo del sector, minusvalorando la importante aportación que las mujeres pueden hacer y generando una presión y un estrés sobre ellas que amenaza su continuidad en dichos espacios. Por otra parte, la severa infra representación de las mujeres en estas actividades ha contribuido a forjar una cultura empresarial muy masculinizada, con modos de hacer, de gestionar, de relacionarse, que, en muchos casos, las mujeres sienten como ajenos. Mas aun, las redes informales son un espacio de toma de decisiones que afecta a las carreras profesionales de las mujeres y en las que ellas participan en mucha menor medida que sus compañeros varones. Esta cultura empresarial masculinizada es compartida con muchos de los actores de las empresas del sector (clientes, proveedores, centros de formación, medios de comunicación especializados…), lo que contribuye a reforzarla. Por último, este sector, además de la problemática específica derivada de la alta tasa de masculinización, se ve afectado por dinámicas sociales que afectan al conjunto de la actividad económica, como son las barreras y obstáculos vinculados a la maternidad, la conciliación de las esferas privada y pública y el cuidado de personas dependientes.
RkJQdWJsaXNoZXIy OTM0Nw==