El empleo de las mujeres en la transición energética justa en España / Vol.1

El empleo de las mujeres en la transición energética justa en España. 131 Todo ello nos lleva a una premisa: para aumentar la convocatoria de mujeres hay que diseñar la captación de forma específica para ellas: hay que repensar las estrategias y dedicar tiempo a dialogar con ellas, resolver sus preguntas y afrontar sus miedos. La captación busca presentar el programa como accesible e inclusivo y, para ello, es fundamental que el mensaje que se transmita y el acompañamiento vayan en la misma línea. Igualmente, hay que tener en cuenta que parte relevante del éxito depende de que se haga un proceso de búsqueda activa de mujeres para los programas, ampliando los espacios de captación, por ejemplo, teniendo en cuenta asociaciones de mujeres que vengan de trabajar en el sector de la construcción, y que estén familiarizadas con él, con trabajos previos semejantes y que busquen recualificar, o asociaciones de mujeres que se encuentren en situación de vulnerabilidad. Asimismo, en el momento de la convocatoria se debe evitar proveer información que pueda disuadir a las potenciales participantes, como sucede cuando se ofertan otros itinerarios que cualifican para el trabajo en sectores menos masculinizados. Igualmente, podría proyectarse la oferta de un programa no-mixto, exclusivamente dirigido a mujeres, configurando un espacio seguro donde éstas podrían participar sin presión. En dicho programa podría cubrirse capacitación específica respecto al empoderamiento colectivo necesario para insertarse en dichos sectores (aprendizajes p2p, networking, etc.). Por otro lado, en el proceso formativo las mujeres con menor cualificación deben ver reafirmada su autoestima, porque es muy probable que asuman que en el itinerario de instalación de placas los principales usuarios sean hombres que vienen con experiencia, y ello condicione la elección del perfil. Para que sientan que se encuentran al mismo nivel que los hombres en términos de conocimientos, además, podría plantearse la incorporación de una formación introductoria en electricidad a las mujeres (y hombres) que quieran hacer el curso, pero no hayan tenido posibilidad de trabajar en algo relacionado. Por ello, para facilitar la adaptación de mujeres que cumplan con los perfiles, se recomienda complementar la capacitación específica con módulos optativos preparatorios de conocimientos previos requeridos cuando sea necesario. En todo este proceso, se debe incorporar un eje interseccional que tenga en cuenta a las mujeres migrantes y racializadas, con sus especificidades. Por norma general, las usuarias que todavía no han visto reconocida por las instituciones públicas su experiencia previa y cualificación pueden llevar menos de un año en España, y son las mujeres que cuentan con un sistema de redes de apoyo más debilitado, y necesitan refuerzos por parte de los programas que consideren, por ejemplo, el hecho de que muy probablemente necesitarán y estarán trabajando informalmente, mientras desarrollan las actividades formativas ya que no tienen apoyos que las ayuden a mantenerse mientras tanto. También es importante considerar la edad como un factor discriminatorio. Las mujeres mayores de 50 años son derivadas a este tipo de programas en muchas ocasiones por organismos como el SEPE, que no tienen en cuenta las características del puesto de trabajo que la mujer desarrollará al acabar el proceso de cualificación. Las mujeres de más de 50 años que llegan a un programa de este estilo se encuentran con dos barreras específicas: muchas veces un paro de larga duración por razones f ísicas -enfermedades crónicas-, que condicionan la elección de itinerario (si una mujer tiene dolores y no se encuentra en buena forma no querrá trabajar instalando placas); y, son mujeres que vienen con unos prejuicios muy consolidados, con estereotipos y dogmas sobre en qué deberían o no trabajar muy definidos. Las gestoras de programas contaban que con 50 años una persona ya tiene una idea previa de en qué tipo de empleo se ve a sí misma, y en el caso de las mujeres, el de técnica en instalación de placas no suele ser uno de ellos. Además, en todo ello influye la propia experiencia personal: si vienen de situaciones vulnerables, suelen tener también una autoestima baja por la que se ven incapaces de trabajar o estudiar; o bien, si desarrollaron tareas de responsabilidad en el pasado, no querrán trabajar como operarias. Por último, queda abordar la cuestión del compromiso de las empresas. Estos problemas no serían tan graves si en todo el proceso las mujeres fueran reforzadas, pero esto no sucede una vez logran la certificación

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